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Leopoldo María Panero

La sombra del poeta Leopoldo María Panero es larga como la estancia en un manicomio, llena de pasos cortos y libros que se clavan en la espalda como anzuelos de plomo. Libros, siempre libros dentro de una maleta que lleva de un lado a otro por miedo a que se los roben en el sanatorio. (…)Siempre entre escándalos callejeros, intentos de suicidio y sanatorios mentales de los que no tarda en fugarse: Madrid, Barcelona, Zaragoza, Reus, Pamplona, Mondragón…

Ahora también en la capital grancanaria, con permiso para “arrastrar de día el carro de las marionetas de noche”, dice uno de sus versos. (…) camina por las calles vacías del barrio de Arenales sin mover los brazos, pisada tras pisada como si fuera un muñeco al que hay que darle cuerda. Tras sus pasos deja el rastro invisible de las cenizas (…) Anda callado, envuelto en el silencio de su mudez absoluta, sólo interrumpido por contados murmullos indescifrables que se pierden tras el roce de los zapatos con la acera. (…) se ríe de esa manera peculiar y extraña, sonora: las cejas reviradas hacia arriba como los bigotes de un gato viejo y sedentario, la frente que se contrae en miles de arrugas que por un momento dejan de acechar el pensamiento. Como el alma errante de un niño triste encerrada en el rostro derrotado, cuyos ojos brillan por un instante al encontrar la salida, así es la sonrisa pícara del madrileño, que se alegra de que las puertas del Esdrújulo están ya abiertas. (…) Saluda a A, le pide una tónica y un cenicero y se coloca a la entrada, justo en la mesita en la que se le puede encontrar casi todas las tardes entre semana, cuando abren las librerías y Panero rebusca en las estanterías cuántos ejemplares quedan de sus libros. Antes habrá resuelto su adicción al gazpacho en un restaurante de Triana, dormido la siesta en cualquiera de los bancos de la Facultad de Magisterio o leído a trozos los más de diez libros que empieza a la vez en el comedor del Mc’Donald. (…) Henry James, Ludwid Wittgenstein, Luis Rosales, Soren Kierkegaard, Michel Foucault, Charles Baudelaire, Martin Heidegger, Jean Jacques Rousseau, varios poemarios suyos… (…) Panero pone gesto contrariado y coge aire, el cual suelta con desdén junto al humo de la decena de colillas que se amontonan en el pequeño cenicero de aluminio típico de la hamburguesería, un humo que parece anidar para siempre en el interior de sus pulmones.

Manuel Reyes

 

www.leopoldomariapanero.es

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